Valencia nos sorprendió.
Por sus calles el visitante puede viajar seis siglos atrás y admirarse con espacios tan singulares como la Lonja de la seda. Pero también se puede trasladar a la arquitectura más moderna del siglo XXI en el museo de las artes y de las ciencias o sumegirse en cualquiera de los cinco Océanos en un viaje fascinante que comparte con miles de especies que flotan ingrávidas alrededor y por encima de él en el fabuloso Oceanográfico.
Vivir la vida y el bullicio de una gran ciudad y la paz y serenidad de sus playas.
Valencia sorprende y atrae y el viajero puede dejarse atrapar en un momento por el sonido y el color de sus calles, para instantes después, quedar hechizado por la puesta de sol de la Albufera donde el color, jugando con la luz, crea todo un espectáculo cromático en el que uno se siente sumergido en una irrealidad.
En Valencia, pasado, presente y futuro, se conjugan armoniosamente en una sinfonía de luz y color.
En una primera parte describo la ciudad de Valencia en la visita que realizamos en el año 2011. Aunque hemos regresado varias veces por estas tierras y somos unos enamorados de Oliva como lugar tranquilo para descansar, doce años después nos adentramos por el interior descubriendo alguno de los tesoros que esconde su interior. Así durante el invierno de 2023 nos adentramos por la zona de Anna, Chella, Quesa antes de dirigirnos de nuevo a la costa.

Dejamos Boadilla antes de comer tratando de evitar posibles aglomeraciones de salida. Bastante entrada la noche decidimos dirigirnos al area de Turís, a 25 km de Valencia y unos 9 de la autovía. Se encuentra en la Carretera de Silla a Alborache en la CV-415 (39º23’22”N; 0º41’052”O), pero mejor referencia que las coordenadas es la gasolinera, ya que se encuentra junto a ella y si es de noche, el área no resulta muy visible. Está bien acondicionada y es tranquila aunque al estar cerca de la carretera, el tráfico constante es inevitable. Aunque estuvimos solos, la policía municipal nos dijo que ellos y la Guardia Civil patrullan la zona con frecuencia. A la mañana nos dirigimos a la ciudad de Valencia y visitarla antes de ir al área que teníamos señalada. Aparcamos en el aparcamiento de Ficoval, en la calle Filipinas, 32 (39º27’30”N;0º22’40”O) donde había un grupo de autocaravanas, y que está a 20 minutos de la plaza del Ayuntamiento a donde se llega prácticamente en línea recta por la plaza de toros junto a la bonita estación del tren, de principios del XX y cuya fachada presenta motivos vegetales como naranjas y flores de azahar. Desde aquí desembocamos en un amplio espacio: la plaza del ayuntamiento, luminosa y limpia en cuyo centro hay varios puestos de flores. Y al fondo de esta plaza se dibuja la silueta del campanario de la catedral, Micalet o Miguelete del XV, emblema para los valencianos y posiblemente lo más característico de la ciudad, llamada así por el nombre de la campana grande que toca todas las horas y que fue bendecida en día de San Miguel. Gótico valenciano, destruida en el siglo XVIII y hecha de nuevo en 1983.. Nos dirigimos hacia la catedral, tambien en estilo gótico mediterráneo, aunque hay varios estilos como románico, gótico francés, renacimiento, barroco y neoclásico.En su interior destaca el cimborio, gótico francés, cuyas ventanas traslúcidas de alabastro, dotan de luz natural al crucero. Mientras uno visitaba su interior, el otro disfrutaba junto a Tula de los puestos de artesanos dispuestos a su entrada. Detrás de la catedral y en una plazoleta, encontramos a la patrona de los valencianos, Nuestra Señora de los Desamparados, del XVIII. Y a la vuelta de ésta nos detuvimos un instante en la puerta de los apóstoles donde todos los jueves a las 12 horas se reune el tribunal de las aguas, reliquia de la administración de justicia sobre el derecho de aguas de la huerta valenciana y que hoy, pese a ser jueves, no se reunía al ser festivo. De aquí, perdidos por sus calles y mezclados con gente que iba y venía, nos dirigimos a la lonja de la seda o de los mercaderes, que encontramos frente al mercado central. Obra maestra del gótico civil valenciano y patrimonio de la humanidad. Su construcción en el siglo XV y fue el resultado de la prosperidad comercial y símbolo de poder de la ciudad para atraer a comerciantes. Con nuestra amiga peluda en brazos, accedimos a su interior. La sala más impresionante está a la entrada, la sala de contratación. Rectangular y sostenida por columnas helicoidales que se elevan 12 metros para terminar en unos finos haces de nervios que se distribuyen por el techo formando arcos, está inspirada en la lonja de Palma, aunque ésta es mayor y tiene mas ornamentación. Por una bonita puerta entramos al patio de los naranjos y de aquí ascendemos por unas escaleras hasta la cámara dorada con un techo gótico de madera policromada con centenares de piezas de carácter zodiacal, bélico, grotesco, quimérico, vegetal…. A la salida nos detenemos a contemplar algunas de las veintiocho gárgolas con escenas satíricas y eróticas que están por la fachada. Bajamos a la sala del consulado del mar, de estilo renacentista, donde se celebraban sesiones sobre asuntos marítimos y mercantiles con un bonito techo madera. Desde aquí regresamos al aparcamiento para dirigirnos al area de autocaravanas la Marina, en el Camini del riu 556 en el Saler (39º23’14”N;0º19’56”O). Dos campings, uno en la glorieta, desorientan un poco, pero a escasos metros encontramos esta área, recibiéndonos Juanjo. El sitio es tranquilo, a 150 metros de El Saler, con zonas comerciales y parada de autobús cercana y a unos 200 metros de la playa atravesando una zona de vegetación por la que circulan anchos y cómodos caminos para pasear andando o en bicicleta. Hay una media docena de autocaravanas y cuando le comento que había conocido el área –nueva- a través de Condepa (Concha) del foro de acpasión, me dice que está allí mismo. Nueva casualidad ¡quien lo hubiera dicho! Y pudimos conocernos. No puedo ni deseo olvidar todos sus sabios consejos cuando adoptamos a nuestra peluda Tula tras la muerte de Mara. Sentí su sabiduría y todo su apoyo que mantuvo hasta que consideré que me “había hecho con ella”. Ahora la conocía y la podía transmitir parte de mi agradecimiento a través de un cálido abrazo. Después de comer nos preparamos para hacer la visita al oceanográfico. Tomanos un autobús amarillo que pasa cada hora y que en 15 minutos nos dejó en la misma puerta. Compramos la entrada conjunta para el oceanográfico y el museo de la ciencia. 26,65 euros, que es válida para otro día pero hay que decirlo. Se pueden adquirir las entradas separadas, pero son más caras (24,50 el oceanográfico + 7,70 en museo de las ciencias). Un diseño arquitectónico innovador con una estética casi diría que exquisita, nos dan la bienvenida. Creado en el 2002, el oceanográfico contiene diferentes habitats marinos, ocupando 110.000m2 y conteniendo alrededor de 42 millones de litros de agua. Es el mayor acuario de Europa con más de 40.000 animales y 500 especies diferentes de peces, mamíferos, aves, reptiles e invertebrados. El agua salada se bombea desde la playa de la Malvarrosa. Comenzamos nuestra visita con unos pequeños pingüinos a los que están dando de comer para introducirnos en el edificio central de acceso y dirigirnos por las praderas de poseidonia hacia los mares templados y tropicales donde pudimos disfrutar de tanques independientes que contenían nautilos, caballitos de mar, dragones y medusas de una belleza espectacular. Desde aquí parte un espectacular túnel de unos 70 metros de longitud que trata de simular un viaje desde el oceano atlántico hacia latitudes tropicales. Rodeados de distintas especies y fascinados por todo lo que nos rodea llegamos a la sala tropical con especies del indopacífico y el Caribe como el cangrejo cacerola, la morena verde, los alegres peces cirujanos amarillos o payasos Nos acercamos a la exhibición de delfines y aquí me encontré con una gran sorpresa y es que nunca dejaremos de conocernos. Lejos de gustarme o dejarme indiferente, sentí una enorme tristeza al ver a estos animales atrapados a tan pocos metros del mar y de la libertad. Su belleza e inteligencia les había llevabo a perder su libertad y su vida quedaba limitada a hacer volteretas y cabriolas para diversión de esta nuestra especie llamada "racional" . Creo que será la última vez que vea un espectáculo así. Y nuestra visita continuo por el Ártico y aquí la tristeza tampoco se separó de mi ya que observaba el solitario nado de una beluga que aburrida intentaba jugar con una pelota, o a una pareja de morsas que una y otra vez repetían el mismo movimiento. Parecían tener “medidos” los metros de su prisión para nadando hacia atrás no toparse nunca con los límites de ésta. En nuestro viaje que nos tenía fascinados entramos en la zona de los Oceanos. Este es el acuario de mayores dimensiones del oceanográfico y uno de los mayores del mundo. Aquí se trata de simular un viaje desde la costa oeste del atlantico (Islas Canarias) hacia la costa este del continente Americano (Islas Bermudas). Un tunel nos va introduciendo entre varias especies de tiburones que flotan ingrávidos por encima de nuestras cabezas. Se van cruzando por arriba y por los lados numerosas especies de peces haciendo también su aparición el impresionante pez angel que parecía observarnos desde su lento y parsimonioso nado que le hacia parecer quieto, suspendido. Cayendo ya la noche, nos introdujimos en la jaula que representa los humedales donde están especies típicas de las tierras de mangle de aguas poco profundas localizadas en zonas tropicales y subtropicales como la espátula rosada o el ibis escarlata, y el marjal mediterráneo donde hay especies representativas del ecosistema litoral mediterráneo como el pato colorado junto con otras especies. Terminamos nuestra visita en el Mediterráneo donde se muestra parte de la riqueza biológica del mar mediterráneo con siete acuarios de distintos formatos que contenían praderas de poseidonia con pepinos de mar, erizos, estrellas… o los puertos recreando un pantalán de madera junto con una barca hundida donde nadaban lubinas, pulpos y otras especies típicamente “nuestras”. Cerca ya de las 19 horas decidimos iniciar el regreso. Estuvimos esperando un tiempo considerable en la parada justo frente al oceanográfico. Transcurrió de sobra el tiempo previsto y ningún autobús amarillo parecía venir. Sí lo hizo uno rojo y al preguntar, nos enviaron a la glorieta, a una parada junto al centro comercial Carrefour y mientras íbamos, pasó el amarillo. Ahora teníamos una hora de espera, por lo decidimos tomar un taxi que tras abonarle 13 euros nos dejó en la puerta del camping. Mala suerte. Recogimos a nuestra amiga Tula y nos dimos un paseo nocturno y a la luz de la luna hacia la playa, a la que no llegamos pese a escuchar como las olas rompían cerca. Era tarde y estábamos cansados. Noche tranquila y mañana espléndida. Fuimos directos al museo de la ciencia. De nuevo nos sorprende el espectacular diseño arquitectónico del conjunto. Siguiendo algunos consejos intentamos conseguir entradas para la academia del espacio o para el teatro de electricidad pero no quedaban a una hora decente, así que decidimos comenzar nuestra visita por la planta tercera, en el bosque de cromosomas interaccionando con algunos de los 127 módulos que lo forman. Después nos acercamos a “gravedad cero”, una sorprendente sala cúbica cubierta por múltiples espejos que proyectan imágenes reales del cosmos y de la Tierra vista desde el espacio. Hicimos una rápida visita a la zona de Marvel superhéroes y nos detuvimos un poco más leyendo las curiosas copias de algunas lápidas famosas. Cerca de las 13 horas decidimos bajar la planta segunda, aunque el cansancio ya había hecho mella en mí, sobre todo con mi rodilla mal, así que fue Angel solo el que disfrutó de la exposición de un siglo de premios nobel. En la planta primera sí me animé a compartir una breve e interesante visita al “exploratorium” sala que reproduce algunos de los fenómenos naturales, tal como los percibimos, aportando la explicación de sus correspondientes principios científicos y donde Angel se animó a construir una arco que una vez levantado logró mantenerse en pie para regocijo de grandes y pequeños que se habían mantenido expectantes durante su construcción. Descubrimos una incubadora de con numerosos huevos de pollo en distintos estadíos y donde se podía observar sus esfuerzos por abandonar el cascarón, esfuerzo que los dejaba absolutamente agotados. Tambien nos detuvimos en el curioso hormiguero de las hormigas Atta que cortan hojas que transportan a su hormiguero donde las usan para cultivan un hongo del que se alimentan. Es posible observar su trabajo y el recorrido subterráneo de algunas de sus galerías en las que se puede apreciar el cultivo del hongo. Tuvimos suerte y alguien nos ayudó a descubrir a la hormiga reina, de un considerable tamaño (casi 3 cm de longitud) y que puede llegar a vivir quince años. De aquí nos desplazamos ya a la primera planta donde tras una fugaz visita nos detuvimos en el pendulo de Foucault, físico francés que a mediados del siglo XIX suspendió dentro del panteón de París un péndulo de 67 metros de largo del que colgaba una bala de cañon de 28 kilos demostrando que la tierra gira sobre su propio eje. El que está en este museo es uno de los más largos del mundo con una longitud de 34 metros, completando un ciclo de de giro completo en 34 horas. Junto al péndulo se admirar la impresionante superficie acristalada del Museo, con más de 4.000 cristales, y las vistas al jardín del Turia, desde las terrazas exteriores. Cansados, dejamos atrás el museo para dirigirnos a la parada del autobús, esta vez en la misma glorieta y junto al centro comercial Carrefour. Casi a su hora y en escasos veinte minutos estábamos de nuevo en el area a donde habían llegado más autocaravanas. Después de comer y descansar un rato, dedicimos terminar el paseo que por la noche no pudimos concluir, acercándonos a la playa, aunque esta vez lo hicimos con la camper ya que después ibamos hacia el embarcadero de la Albufera. Desde el pueblo parte una estrecha carretera que se interna hacia la playa para terminar en unos aparcamientos junto a un restaurante y varios caminos hechos de tablones de madera que transitan paralelos playa. Disfrutamos de un paseo por ella para acercarnos después a contemplar la puesta de sol de La Albufera de las que nos habían hablado maravillas. A unos 3 o 4 kilómetros del pueblo, aparece un pequeño aparcamiento en la misma carretera para no más de una docena de vehículos, y que a unos cuarenta y cinco minutos del ocaso estaba ya bastante lleno. Nos acercamos a una barca y preguntamos por el precio de un paseo: 3 € por persona aunque de no animarse más gente sería más caro.Pero tras esperar un poco más se sumó un grupo de tres personas en cuya compañía disfrutamos de un delicioso paseo por esta laguna internándonos por uno de sus brazos en donde pudimos contemplar un numeroso grupo de ánades reales y patos colorados flotando tranquilamente sobre sus aguas. El despegue de alguna garza real y el vuelo de algún grupo de cormoranes nos acompañó en algún momento. Cuando desembarcamos, en el muelle y en el aparcamientos varias personas contemplaban la puesta de sol, muchas de ellas “armadas” de sus correspondientes cámaras y trípodes y es que realmente es espectacular. La laguna se convierte en un espejo que refleja luces y colores jugando mágicamente con ellos. A un lado, las nasas, flotando colgadas sobre los palos y reflejadas en este inmenso espejo; de frente, los dos espigones del muelle que parecen querer internarse en la magia del momento …y al otro lado, la continuidad finita pero con el embrujo de los colores y tonalidades: grises, rosados, …y el silencio que lo inundaba todo. Pese a ser bastantes, la magia del momento consiguió atraparnos a todos y nos movíamos despacio y en silencio como si temiéramos romper el hechizo del lugar. Al oscurecer regresamos al area donde cenamos y descansamos para preparar nuestra partida al día siguiente. Mañana espectacular, decidimos darnos un paseo con Tula hasta la playa, disfrutando de un sol precioso y una mar tranquila. Después, y tras despedirnos Concha y Pepe y de los responsable del area, a donde llegamos con clientes y de donde nos fuimos como amigos, iniciar nuestro regreso a casa prometiendo volver a un lugar que para nosotros reune muchos requisitos: tranquilidad, buena comunicación con la ciudad, playa, hermosos paseos y una atención cuidada y familiar, además de haber dejado pendiente disfrutar con más tranquilidad de la compañía de Concha y Paco y de alguna de sus famosas paellas.

Mª Angeles del Valle Blázquez Enero de 2012

Interior de la provincia de Valencia. Febrero 2023 (Anna, Chella, Guadalest)



Boadilla-Chinchilla de Montearagon.

Partimos pasado el medio día de la fría mañana del domingo 22 de enero rumbo a Valencia parando a comer por el camino para llegar al área de Chinchilla de Montearagon (38.920898, -1.722310) sobre las 17 horas. Ya conocíamos este estupendo lugar de hace unos años. Está a los pies de la villa, en una zona llana y resguardada. Entonces no había agua, pero ahora sí.  Sigue cuidada como  entonces y para nuestra sorpresa pasamos la noche con una decena de autocaravanas más, de las cuales, tan solo dos eran nacionales.

Y para estirar las piernas, decidimos visitar la población que nos acogía y tras ascender por una escalinata y atravesar un arco, nos encontramos en una bonita plaza en la que desembocaban calles estrechas empedradas y jalonadas de vetustos y elegantes edificios. Nos sorprendió gratamente.

La “tragedia” y la decepción.

Y en la gélida mañana siguiente llegó la “tragedia” y lo pongo entre comillas porque no pasó nada grave, nada que nos impidiera continuar el viaje, ni nada que no pueda arreglarse con dinero y algún enojo y quebradero de cabeza que al final del relato contaré.

Cuando me acerqué a reponer el poco agua que habíamos gastado, no vi una caja de toma de luz en una especie de murete que estaba en una esquina y que levantaba un metro del suelo por el lado derecho. Justo estaba en el ángulo inferior lo que con la altura de la autocaravana la hizo invisible. Así que al girar, golpeé la parte delantera derecha con este “murete”. 

Lo primero que sentí fue el ruido y luego vi la cara desencajada de Angel que desde fuera había visto impotente como me acercaba sin hacer caso a sus gritos que no pude oir. Desconcertada y asustada bajé para tratar de comprender qué es lo que había pasado comprobando los daños que pese a ser un golpe que podría definirse como “roce” había afectado al faro, dos embellecedores  - no  puedo definir como parachoques unas piezas de plástico- y  una leve deformación en el capó. Las luces funcionaban pero no así el intermitente. En  un primer vistazo, Angel dice que fácilmente podría superar la franquicia de 400 euros.  Lo siguiente fue pensar si continuábamos el viaje, deciéndonos por proseguir. Sujetamos con cinta americana los desgarros en los embellecedores  y me puse en contacto con nuestro mediador, quien nos dijo que si no necesitábamos grúa, llamáramos a Allianz con quien tenemos asegurada la autocaravana. Después contactamos con roulot para preguntarles si ellos hacían esta reparación o bien que nos aconsejaran algún taller para ello. Lo último que hicimos fue ponernos en contacto con el taller que nos recomendó roulot  acordando día y hora para llevarla a nuestro regreso para valorar importe y proceder a su reparación.  Y al final del relato contaré lo acontecido con la aseguradora y el mediador, como “aviso a navegantes”.

Este accidente  desencadenó un impresionante enfado de Angel lo que se sumó a mi propio disgusto. Duró prácticamente todo el día y dije que ya no quería conducir la autocaravana.  Palabra que mantuve hasta que el día de regreso  después de que él condujera  más de dos horas y me pidiera que le sustituyera para poder llegar a casa o nos detendríamos hasta que descansara.

Y ahora, en este punto, hago una reflexión.  Por lo general son los hombres los que conducen mayoritariamente las autocaravanas, aunque nosotras conduzcamos turismos con cierta frecuencia. Cuando he preguntado a algunas porque no lo hacían, la respuesta había estado relacionada con el tamaño del vehículo. Pero intuyo que si la actitud de alguna pareja a que conduzca su mujer es negativa, o crítica,  o la reacción ante algún incidente o accidente es similar a la que yo viví, comprendo perfectamente que no lo hagan. Además, se va mucho más relajada y cómoda en el asiento del copiloto. Así que podría definir la negativa femenina a compartir la conducción de autocaravanas como inteligente y cómoda. Cada pareja es un mundo por lo que supongo que se pueden modificar o sustituir o añadir más calificativos explicativos a esta decisión

Tras arreglar como pudimos el destrozo, decidimos continuar el viaje aunque estuvimos tentados en regresar. Pusimos rumbo hacia la zona de Chella, Navarres, Quesa…interior de la provincia de Valencia caracterizada por ser una zona salpicada de muchos cursos fluviales jalonada de saltos de agua, pozas y   gargantas muy espectaculares.

Pero nuestro destino primero sería el yacimiento de icnitas del Tambuc después de Bicorp en el término de Millares, por la cv 580.

En Anna nos topamos con una señal que nos indicaba su albufera y toda la carretera desde aquí hacía el norte estuvo salpicada de señales indicando parajes naturales, como el salto del Chella, los chorradores de Navarres, los charcos de Quesa, etc. Una zona privilegiada y bendecida por el agua.

Pero los fuimos dejando atrás para discurrir por una retorcida carretera que en su último tramo ascendió vertiginosamente con  casi media docena de  curvas que cambiaban de sentido y por una estrecha carretera que se estrechó aun más cerca del yacimiento.

Sinceramente, si llego a saber que la carretera era tan estrecha y retorcida, habría desechado este destino porque no lo paso nada bien. Voy en tensión que aumenta en cada curva pensando en que pueda aparecer algún camión, autobús o vehículo más grande que nosotros o del mismo tamaño. Y aunque siempre que nos movemos nos encontramos con este tipo de carreteras, cada vez tengo menos ganas de enfrentarme a ellas.

Y cuando llegamos al yacimiento, calificado como uno de los más importantes de la Península Ibérica, me arrepentí más, porque sinceramente, me resultó decepcionante. Un cartel  en el lugar así como lo que pude leer antes en la web,  dice que hay más de 400 huellas de dinosaurios.  El lugar parece algo descuidado pero tras descender unas escaleras hacia el lecho del río, y en la primera de las dos zonas con huellas que hay,  dimos con una pequeña pasarela donde únicamente fuimos capaces de identificar claramente tres huellas tridáctilas, y posiblemente tan solo una completa. Y nos esforzamos.

Aquí hay un plano donde nos indica otra zona, pero parece bastante alejada de donde estamos ahora, al otro lado de la carretera, y si era como esta, consideramos que no merecía la pena, así que decidimos regresar hacia Anna.

Nosotros hemos recorrido la zona de La Rioja y Soria donde hay icnitas y, sinceramente,tienen poco parecido a este lugar. Ahora, en la distancia, pienso que posiblemente estaba más descuidado que los que ya conocemos lo que explicaría que no fuéramos capaces de identificar más.

Así que deshicimos el camino. Tocaba ahora enfrentarse con un tramo de carretera estrecha y sinuosa para después regresar por donde habíamos venido poniendo rumbo a Anna.


En nuestro camino paramos a comer en el aparcamiento  de los Chorradores de Navarres, una explanada junto a la carretera, y tras comer decidimos descender garganta abajo.  Esta ruta de 11 km  (aunque en otros sitios hablan de 3 km)  discurre a lo largo de cascadas y saltos de agua

Después de comer, poco me apetecía caminar pero mucho menos ascender porque lo que ahora bajábamos, tendríamos que subirlo.

Al llegar a la parte más baja encontramos un precioso rincón donde el agua se filtraba  entre los helechos de una roca calcárea  formando un precioso efecto de lluvia y un poco más adelante disfrutamos de una hermosa cascada, el chorrador, donde el agua  se desplomaba hacía una poza de un intenso color azul.  

Para acercarnos a esta cascada había que salvar un trozo del río saltando de roca en roca. Nuestra vieja amiga peluda decidió que la resultaba más fácil ir por el agua y la pobrecilla se mojó toda la tripa, de ida y de vuelta lo que supongo que no sería agradable para ella ya que al margen de que no la gusta mojarse, menos aún pensando que el agua estaría helada. Pero, no dijo nada, como siempre, aunque después no tuvo ganas de nada.  Y es que nuestra infatigable compañera de viajes tiene ya casi 15 años. La falta un mes para cumplirlos. Toda una venerable anciana. Nos acompañamos y disfrutamos mutuamente y nosotros, que somos conscientes de su edad y de que no va a estar con nosotros siempre, la mimamos y consentimos.

Tras este primer salto, continuamos senda abajo hacia los siguientes chorradores, pero de nuevo había que pasar agua para lo cual había que ir saltando sobre piedras y si bien para nosotros sería fácil, no para nuestra amiga que ya se mostró insegura antes, y nosotros, con ella en brazos, tampoco podríamos mantener el equilibrio, así que las circunstancias nos obligaron a regresar poniendo rumbo a Anna, a una explanada a la entrada de la localidad junto a la carretera donde pasaríamos una tranquila noche (39.021300, -0.651160)

Un sorprendente descubrimiento

La mañana del martes,  algo nublada y también fría aunque la temperatura no llegó a ser negativa.

Teníamos concertada la visita al Palacio de los Condes de Cervellón  (https://www.ayuntamientoanna.es/palacio)   a las 12.  Hora muy mala, ya que no dejaba tiempo por delante ni casi por detrás.  Lo había reservado una semana antes enviando una email en anna@touristinfo.net.

Pensamos en visitar antes el paraje conocido como el el Gorgo de la Escalera en esta misma localidad. Buscamos la manera de llegar al aparcamiento más cercano. El acceso a una explanada cercana al inicio de la breve ruta, era muy estrecho así que opté por entrar por una calle más ancha para dejarla estacionada en una  perpendicular a unos 200 metros de esta explanada. Sin aprietos ni apuros.  Además desde aquí, a tan solo 300 metros en línea recta, llegábamos al palacio por lo que el lugar parecía perfecto.

Dejamos a nuestra amiga peluda dentro. Parecía no tener muchas ganas y bajar escalones no es lo que mejor la venía.

Desde allí caminamos los 200 metros que nos separaban de esta explanada-aparcamiento, donde por ciento había una autocaravana alemana instalada  -con sillas fuera orientadas al sol- y a los que pillamos desaguando la ducha. Vio que los vimos y me dijo en inglés que solo era el agua de la ducha a lo que le respondí, que eso la gente no lo sabía, que hay que ser cuidadoso porque nos expulsaban de los sitios, y que en su país lo que estaba haciendo, estaba prohibido. Me dio las gracias en español y nosotros continuamos hasta asomarnos a este peculiar paraje.

Se  trata de una zona de baño del río con varias pozas naturales de aguas cristalinas. Al asomarnos desde arriba podemos contemplar las transparentes y azuladas aguas.  136 escalones nos descienden hasta el río. Caminamos tan solo unos metros hasta que el agua que desciende por una pared lateral nos cierra el paso. Pero por otro lado nos encontramos con una cascada que se precipitaba varios metros  para salvar un desnivel. Imposible continuar por aquí. Y es que había barajado la posibilidad  de hacer “la ruta de las tres cascadas de Anna”, corta, de tan solo 3 km, o por lo menos, lo que nos diera tiempo. Aunque no comienza aquí, este lugar forma parte de ella, pero supongo que esta no es la mejor temporada. Durante la visita al palacio, nos dijeron que tampoco era posible hacerla comenzando por el gorgo Gaspar. Supongo que algo sí se podría recorrer, así que si alguien se atreve encontrará suficiente información en internet.

Resignados, regresamos ascendiendo esta interminable escalera y “visitamos” el naranjal que abre paso a esta escalera. Parecía abandonado así que cogimos unas pocas naranjas que aún quedaban, que por cierto, resultaron deliciosas. Recuerdo aún la sensación: era como si en la boca tuviera una burbuja de zumo de naranja. ¡Qué exquisited! No recuerdo haber comido unas naranjas tan ricas. (¿o quizás porque tenía el atractivo de lo “encontrado” me supieron mejor?)  . Sea por lo que fuera, realmente las disfruté.

De regreso a la autocaravana, sacamos a Tula a que estirara las patas y de nuevo sin ella, nos dirigimos paseando por las calles de la localidad hacia el palacio. 

Cerca de éste  vimos un gran lavadero que estaba siendo limpiado. Era uno de los tres que tiene esta localidad y éste en concreto parecía de “lujo” por su tamaño y por la original forma en la que era alimentado ya que el agua caía a él por unos escalones que formaban una bonita cascada.   Con 45 minutos por delante hasta la hora acordada, nos dedicamos a deambular  por sus calles pero sin retirarnos mucho hasta que nos llegó la hora.

Quince minutos antes nos reunimos un grupo de 8 personas frente a la puerta donde nos esperaba la guía. Es visitable de martes a domingo y cuesta 4 euros. Nos dio hora a las 12 y no había ninguna visita antes. Al parecer ha de reunir un grupo de 10 personas, aunque con 8 la realizó.


Este palacio, conocido también como “la pequeña alhambra valenciana”, fue edificado sobre un antiguo castillo árabe, ha sido rehabilitado hace unos años con la finalidad de convertirlo en un Centro de Difusión Patrimonial. Tras comprarlo el Ayuntamiento, se recurrió a un taller de empleo y a una escuela-taller para rehabilitar el inmueble y formar a profesionales del municipio, de diferentes edades y dedicaciones. Simultáneamente, se completó la obra con una restauración arquitectónica y una ornamentación de tradición islámica, obra de expertos artesanos musulmanes  traídos al efecto.

Lo único original  de este palacio es la parte baja donde se encuentra un hermoso aljibe de considerable tamaño donde se puede observar en su parte superior, el orificio por el que entraba el agua de la lluvia, el aliviadero   así como el ojo por el que se sacaba el agua almacenada.  En este aljibe está el museo del agua, con paneles explicativos acerca del patrimonio hidráulico. Pero además de este aljibe, el palacio tiene un sistema de agua corriente continua que se desplazaba por todo el palacio o castillo árabe y que a su vez, alimentaba las fuentes del jardín árabe. 

Junto a este aljibe en dos salas contiguas, encontramos un museo etnológico donde se exponen diversos objetos curiosos donados por los vecinos. Llaman la atención especialmente una caja fuerte que en su día fue del ayuntamiento, un baúl de una artista de la villa, un brasero portátil, pero sobre todo, un carro  “apagafuegos” o de bomberos en perfecto estado de conservación. Nuestra guía nos explica el funcionamiento de este carro que yo había visto en las películas de época.



El patio árabe es toda una belleza y disfrutamos del fresco día durante unos minutos para pasar luego a un gran salón que recrea  el mundo decorativo de los musulmanes, asentados en este municipio a partir del siglo XII. Admiramos el espléndido artesonado de madera y las yeserías. 

Pero lo más impresionante de este lugar era la sala en la parte superior de un gran salón a la que accedemos  al abrir unas puertas de madera correderas. 

Los artesonados son magníficos, las lámparas, el mobiliario, traído exprofeso para este lugar, pero la  guía llama nuestra atención sobre  los impresionantes mosaicos cerámicos  de las paredes realizados por artesanos árabes  explicándonos como los elaboraron. Y me quedé sorprendida porque nos dijo que se montaban en el suelo sobre bastidores, y al revés, en perfecta simetría: pieza de abajo exactamente igual que la de arriba y la de la derecha igual que la de la izquierda, hasta rellenar el bastidor que elevaban luego sobre las paredes fijándolo con una pasta. Siempre había pensado que lo realizaban sobre la propia pared.

Tras deleitarnos en esta impresionante sala, viajamos en el tiempo a la “edad moderna”, a las salas Borja y Cervellón ambientadas cada época con la decoración y el mobiliario.

La verdad es que encontrar este lugar aquí, casi en medio de la nada, es sorprendente, mas que sorprendente. Es un lugar único y es difícil calcular la cantidad de  dinero invertida en  reconstruir este palacio casi desde la nada.

Salimos pasadas las 13 horas por lo que decidimos acercarnos a la albufera de Anna a comer. Lugar…de difícil calificativo. Casi que nos pareció el lago de la casa de campo  de Madrid, en miniatura. Con patitos…rusos, algunas ocas y ánades reales o azulones.  Agradable, para pasar un día de verano ya que hay mucha sombra, y quioscos así como bancos y mesas. Pero nada más.

Señalar que nos dicen que en verano la albufera de Anna y toda la zona que recorrimos ayer se llena de gente.


Tras comer nos dirigimos a ver el salto del Chella para lo cual  fuimos de nuevo a la cercana localidad  de Chella dejando la autocacaravana aparcada en una calle a las afueras.  Nos internamos por sus calles y tras  subir una pronunciada cuesta (aquí no se puede envejecer) llegamos al mirador desde donde  pudimos contemplar  al fondo y abajo una gran cascada que desplomaba sus aguas a una gran poza de agua azul. Hay camino para bajar, pero no teníamos muchas ganas así que descendimos esta empinada cuesta, tomamos de nuevo la autocaravana y ahora pusimos rumbo a donde nos encontramos ahora, en  Bellus, en un área de autocaravanas a unos 800 metros de la población junto a las piscinas (38.941299, -0.480928).

Vale 2 euros más 3 si quieres electricidad, pero…esto es un asentamiento de extranjeros y las 8 tomas de luz están cogidas. Sorprendentemente encontramos casi una veintena de autocaravanas todas extranjeras. La verdad es que el sitio es tranquilo  y encantador y parece ser que hay rutas para hacer. A pesar de que la ocupación es alta y más para ser invierno y entre semana, encontramos sitio sin dificultad. 

Rumbo al mar

Sin embargo creo que haría unas cuantas observaciones. La primera, es que hay que ir a pagar al ayuntamiento y vemos que dista de este sitio casi 1 km. No hay ningún plano que indique la situación y cómo acceder y de hecho, el navegador a la mañana siguiente, nos llevó a un lugar sin salida.  La otra carretera que nos acercaba a la población era más bien estrecha y mejor dejar la autocaravana a la entrada ya que las calles son muy estrechas. Creo que hay que facilitar más el pago. Nosotros creemos que hay que esforzarse en pagar este tipo de lugares para sostenerlos, pero a más de uno la dificultad le disuade y supongo que los fines de semana no se puede abonar la estancia.

Así que una vez en el ayuntamiento  hicimos un cálculo rápido de los ingresos diarios que obtendrían con la ocupación de un día como hoy: unas 20 autocaravanas a 2 euros, 40 más 8 enchufes de electricidad a 3 euros, 24 más. Total, 64 euros diarios. Esto bien merecería que se desplazara alguien a cobrarles. O bien también les sugerí poner un buzón donde pudiéramos dejar el importe en un sobre o bolsita, como se hace en otros países europeos con la indicación de que solo si abonamos la estancia podemos contribuir a su existencia. Nos dijeron que en verano se pagaba en la piscina, pero que ahora no se acerca nadie a recoger los importes. También señalé que quizás 2 euros era un precio bajo ya que ofrece todos los servicios y son de fácil acceso y en un lugar muy agradable. Ya he dicho más de una vez que debemos acostumbrarnos a pagar por los servicios que recibimos: por el aparcamiento y  al menos por cargar  agua. Debemos contribuir a su mantenimiento y mejora y  no hay más que hablar con viajeros de otros países europeos para comprobar su sorpresa cuando ven que ofrecemos todo y de forma gratuita.

Y en contraste con este último comentario  adelanto que igualmente me parece abusivo cobrar 6 euros por un vulgar aparcamiento, estés 1 hora o 24 y donde no se ofrece ningún servicio, como fue el caso de Guadalest.

Señalar que nuestra primera intención antes de venir a pernoctar a Bellús, había sido ir a la Murta de Alzira, un espacio natural de gran belleza y de hecho habíamos reservado para pasear a primera hora de la mañana siguiente por aquel paraje. Pero a través del google earh vimos que la carretera de acceso era muy estrecha. Cabríamos con dificultad nosotros y un turismo y vemos que hay huertos de naranjos a ambos lados lo que implica que podríamos encontrarnos con algún camión cargando.  Hay paredes de piedra a ambos lados y además la distancia desde la localidad a este paraje era de 12 km. Se puede ir perfectamente en autocaravana y de hecho, hay un aparcamiento allí, pero, sinceramente, no tengo ganas de pasar malos ratos, cada vez menos. Será la edad, pero decidimos no ir y cancelamos la reserva.


Y ya pusimos rumbo al camping de Oliva, el Azul que está en primera línea de playa. Al ser socios de ACSI la estancia nos salía a 23 euros con luz incluida  al día y con todos los servicios. Y es que echando un ojo  a localidades como Calpe o Denia, al margen de la escasez de áreas, algunas llegaban a cobrar 18 o 20 euros y todas están a una distancia mínima de 200 metros de la playa. Intentamos en el área de Tabernes que está casi en la playa, pero estaba completa, daba lo mismo el día que fuera por lo que dedujimos que debía de estar llena con gente que pasa todo el invierno allí como ya nos hemos cansado de ver por toda la costa. En pocas palabras: en invierno no podemos disfrutar de una estancia en la playa porque está todo lleno de extranjeros buscando el sol, y en verano tampoco, porque se llenan de turismo local, al margen de que la mayoría son auténticos secarrales carentes de sombra.


Pero este camping es tranquilo, las parcelas son grandes y hay muchas muy bien sombreadas y la playa está al lado. El lugar no ofrece nada más que paseos por una extensa playa que tiene la localidad de Oliva hacia el norte a unos 3 km y Denia hacia el sur.

Y allí nos instalamos y nos fuimos inmediatamente a disfrutar de la playa, pero corría un viento frío que nos impidió disfrutar obligándonos a regresar para resguardarnos y pasear por detrás de las dunas, protegidos del gélido viento. Pero al día siguiente un espléndido sol iluminaba la playa y el viento había desaparecido así que disfrutamos de un estupendo paseo por una playa con la arena dura hasta el centro de Oliva, esta vez acompañados de Tula. Paseo que repetiríamos, aunque más corto, a la mañana siguiente antes de partir hacia Guadalest y de regreso a casa.   

Guadalest.

Decidimos seguir los consejos del navegador que nos llevó dando una vuelta por Benidorm pero por autovía hasta tomar la carretera que nos dejaría en Guadalest.

Una vez allí  preguntamos a una vigilante  a quien abonamos  6 euros por aparcar, por una hora o por 24 y bajamos a un aparcamiento (38.677073, -0.200154 ) que se comparte con turismos. Me quejo del importe pero no queda otra. Y ya que estamos y hemos venido hasta aquí única y exclusivamente para visitar esta población, no íbamos a irnos.

Y nos dispusimos a dar un paseo por esta población.  Con tan solo 200 habitantes está calificado como uno de los pueblos más bonitos de España.

Nos internamos por sus blancas callejuelas a las que se abrían comercios de artesanos  así como varios museos de temática variada. Y en pocos metros nos encontramos asomados en la ladera de la montaña desde donde este pueblo permanece colgado sobre el abismo. A nuestros pies se abría un fértil valle cerrado al  fondo por el mar Mediterraneo y a nuestra izquierda se elevaba la ermita y la entrada al casco histórico de esta villa.


Ascendimos para atravesar un arco  que en realidad es un túnel excavado en la propia roca y que nos da acceso al barrio  medieval en lo alto del cerro rodeado por la antigua muralla. 


Allí nos encontrarnos a la entrada de Museo Municipal Casa Orduña, una casa de aspecto nobiliario con una decoración propia de mediados del siglo XIX, diversas dependencias (biblioteca, cocina y despensa, patio interior con mirador, bodega, alcobas) y una sala de exposiciones temporales de pintura y escultura. Desde la misma hay un acceso a las ruinas de lo que fue el castillo, una fortaleza del siglo XI creada por los musulmanes sobre una roca en la parte más alta del pueblo.  Este lugar fue la  base de las tropas árabes antes de la reconquista  ya que gracias a su situación se podía divisar todo el valle. Y desde allí se tienen unas impresionantes vistas del valle de Guadalest, de su embalse,  de un impresionante verde esmeralda que contrasta vivamente con el paisaje de las sierras que lo rodean.


Descendimos paseando por sus calles medievales franqueadas por sencillas viviendas con sus encaladas paredes blancas, atravesamos este curioso túnel para traspasar el tiempo y situarnos en el siglo XX. Y en tan solo unos minutos estábamos ya regreso en el siglo XXI.

Aprovechamos el aparcamiento para comer y sin descansar, pusimos rumbo a Chinchilla de Montearagón donde haríamos noche para mañana continuar hasta casa. Y aquí solo mencionar que yo seguía sin conducir cuando Angel se acercó a una rotonda. Dentro acababa de entrar un turismo bastante grande y observé que Angel no tenía intención de parar así que le avisé. Tuvo reflejos y frenó de golpe. Me confesó que no había visto, ni la glorieta ni mucho menos el otro vehículo. Vaya, parece que errores los cometemos todos y este, de no haber reaccionado a tiempo, habría tenido peores consecuencias.

Y sin nada mas que resaltar, llegamos a nuestra casa al medio día del sábado.

Y para terminar, un breve comentario sobre la reparación de la autocaravana y el seguro que tenemos contratado con Allianz a través de un mediador. Y lo relato porque mi ignorancia y la falta de información por parte de la aseguradora y del mediados me costo 80 euros.

Y es que Roulot, siempre amables y atentos con nosotros, nos recomendó un taller de reparación en Mostoles. Una vez allí procedí a llamar a Allianz para “dar el parte” siguiendo la recomendación que me hizo mi mediador. En Allianz tomaron nota de todo y me pidieron el nombre y dirección del taller, del que ellos ya tenían constancia. Y allí se quedó la autocaravana.

Pero por la tarde recibí una llamada del mediador para decirme que tenía que haber comunicado el siniestro a través de ellos ante lo que me quedé perpleja ya que yo hice lo que ellos me recomendaron. Me dijeron que debía de haber habido un malentendido. Bueno, si lo dicen. Yo sé lo que me dijeron, pero ahí se queda, y desconozco como salió el tema pero me dijeron que si era un golpe de cabina, como era el caso, se podía reparar en algún taller concertado con Allianz y en vez de pagar 400 euros de franquicia tenía una reducción de unos 80 euros aproximadamente. Tras confirmarme que el taller donde la había dejado no era concertado, le solicite que me enviara una relación de talleres cercanos a Mostoles o a mi domicilio y envió por whastap unos 12 , además de cancelar la cita con el perito.

Me enojé bastante ya que la falta de información por parte de mi mediador y del seguro, me iba a costar 80 euros.   Pero aquí  vino lo que para mi fue delirante: llamar a uno y otro taller a ver si en alguno cabía mi autocaravana y después de hacer unas  seis llamadas obteniendo una negativa por respuesta, llamé a Allianz para pedirle información sobre talleres en los que mi vehículo cupiera o que se quedara en el taller que estaba y Allianz corriera con ese importe de unos 80 euros. La persona que me atendió intentó hacer lo que yo: llamar hasta encontrar uno, lo que no consiguió ya que por la hora empezaban a estar cerrados.

Hicimos una rápida valoración de la situación: tendríamos que ir mañana a primera hora a recogerla. A lo mejor nos cobraban algo por haberla dejado allí un día, después, traerla a casa para ir llamando taller por taller hasta encontrar uno. Que el taller nos diera fecha y a ver cuándo, llevarla de nuevo y recogerla después. Consideramos  que tanto “movimiento” no merecía la pena y volvimos a pedir la peritación en el taller de Móstoles.

A pesar de que al día siguiente me quejé a Allianz telefónicamente y por escrito de que no se me había informado  de la existencia de talleres concertados con una reducción de la franquicia y de que yo debería tener una relación de talleres donde mi vehículo cupiera sin tener que estar llamando, Allianz me respondió  que pagara esos 400 euros porque no era taller concertado. Mi mediador, al que también le sugerí que deberían facilitarnos esa relación, también me dijo que no, que ellos no tenían porque tenerla y Allianz tampoco. Me resigné. Más de lo mismo. Todos a cobrar pero no a dar el servicio porque si yo tengo contratado un seguro para autocaravana, debería  sobrar todo lo descrito. Y como dice Angel, últimamente tenemos la sensación de ser maltratados en todos los sitios: por los bancos, las aseguradores, las grandes superficies,….esto hace que cada vez me reafirme más en mi desconfianza  en la gente e incluso en que cada vez me gusten menos y consolida un poco más esa cierta tendencia al aislamiento social que tengo últimamente.