Partimos pasado el medio día de la fría mañana del
domingo 22 de enero rumbo a Valencia parando a comer por el camino para llegar
al área de Chinchilla de Montearagon (38.920898, -1.722310) sobre las 17 horas.
Ya conocíamos este estupendo lugar de hace unos años. Está a los pies de la
villa, en una zona llana y resguardada. Entonces no había agua, pero ahora sí. Sigue cuidada como entonces y para nuestra sorpresa pasamos la
noche con una decena de autocaravanas más, de las cuales, tan solo dos eran
nacionales.
Y para estirar las piernas, decidimos visitar la población que nos acogía y tras ascender por una escalinata y atravesar un arco, nos encontramos en una bonita plaza en la que desembocaban calles estrechas empedradas y jalonadas de vetustos y elegantes edificios. Nos sorprendió gratamente.
La “tragedia” y la
decepción.
Y en la gélida mañana siguiente llegó la
“tragedia” y lo pongo entre comillas porque no pasó nada grave, nada que nos
impidiera continuar el viaje, ni nada que no pueda arreglarse con dinero y
algún enojo y quebradero de cabeza que al final del relato contaré.
Cuando me acerqué a reponer el poco agua que
habíamos gastado, no vi una caja de toma de luz en una especie de murete que
estaba en una esquina y que levantaba un metro del suelo por el lado derecho.
Justo estaba en el ángulo inferior lo que con la altura de la autocaravana la
hizo invisible. Así que al girar, golpeé la parte delantera derecha con este “murete”.
Lo primero que sentí fue el ruido y luego vi la
cara desencajada de Angel que desde fuera había visto impotente como me
acercaba sin hacer caso a sus gritos que no pude oir. Desconcertada y asustada
bajé para tratar de comprender qué es lo que había pasado comprobando los daños
que pese a ser un golpe que podría definirse como “roce” había afectado al
faro, dos embellecedores - no puedo definir como parachoques unas piezas de plástico-
y una leve deformación en el capó. Las
luces funcionaban pero no así el intermitente. En un primer vistazo, Angel dice que fácilmente podría
superar la franquicia de 400 euros. Lo
siguiente fue pensar si continuábamos el viaje, deciéndonos por proseguir. Sujetamos
con cinta americana los desgarros en los embellecedores y me puse en contacto con nuestro mediador,
quien nos dijo que si no necesitábamos grúa, llamáramos a Allianz con quien
tenemos asegurada la autocaravana. Después contactamos con roulot para
preguntarles si ellos hacían esta reparación o bien que nos aconsejaran algún
taller para ello. Lo último que hicimos fue ponernos en contacto con el taller
que nos recomendó roulot acordando día y
hora para llevarla a nuestro regreso para valorar importe y proceder a su
reparación. Y al final del relato
contaré lo acontecido con la aseguradora y el mediador, como “aviso a
navegantes”.
Este accidente desencadenó un impresionante enfado de Angel
lo que se sumó a mi propio disgusto. Duró prácticamente todo el día y dije que
ya no quería conducir la autocaravana. Palabra que mantuve hasta que el día de
regreso después de que él condujera más de dos horas y me pidiera que le
sustituyera para poder llegar a casa o nos detendríamos hasta que descansara.
Y ahora, en este punto, hago una
reflexión. Por lo general son los
hombres los que conducen mayoritariamente las autocaravanas, aunque nosotras
conduzcamos turismos con cierta frecuencia. Cuando he preguntado a algunas
porque no lo hacían, la respuesta había estado relacionada con el tamaño del
vehículo. Pero intuyo que si la actitud de alguna pareja a que conduzca su
mujer es negativa, o crítica, o la
reacción ante algún incidente o accidente es similar a la que yo viví,
comprendo perfectamente que no lo hagan. Además, se va mucho más relajada y
cómoda en el asiento del copiloto. Así que podría definir la negativa femenina
a compartir la conducción de autocaravanas como inteligente y cómoda. Cada
pareja es un mundo por lo que supongo que se pueden modificar o sustituir o añadir
más calificativos explicativos a esta decisión
Tras arreglar como pudimos el destrozo,
decidimos continuar el viaje aunque estuvimos tentados en regresar. Pusimos
rumbo hacia la zona de Chella, Navarres, Quesa…interior de la provincia de
Valencia caracterizada por ser una zona salpicada de muchos cursos fluviales
jalonada de saltos de agua, pozas y gargantas muy espectaculares.
Pero nuestro destino primero sería el yacimiento de icnitas del Tambuc
después de Bicorp en el término de Millares, por la cv 580.
En Anna nos topamos con una señal que nos
indicaba su albufera y toda la carretera desde aquí hacía el norte estuvo
salpicada de señales indicando parajes naturales, como el salto del Chella, los
chorradores de Navarres, los charcos de Quesa, etc. Una zona privilegiada y
bendecida por el agua.
Pero los fuimos dejando atrás para discurrir
por una retorcida carretera que en su último tramo ascendió vertiginosamente
con casi media docena de curvas que cambiaban de sentido y por una estrecha
carretera que se estrechó aun más cerca del yacimiento.
Sinceramente, si llego a saber que la carretera
era tan estrecha y retorcida, habría desechado este destino porque no lo paso
nada bien. Voy en tensión que aumenta en cada curva pensando en que pueda
aparecer algún camión, autobús o vehículo más grande que nosotros o del mismo tamaño. Y
aunque siempre que nos movemos nos encontramos con este tipo de carreteras,
cada vez tengo menos ganas de enfrentarme a ellas.
Y cuando llegamos al yacimiento, calificado como uno de los más importantes de la Península Ibérica, me arrepentí más, porque sinceramente, me resultó decepcionante. Un cartel en el lugar así como lo que pude leer antes en la web, dice que hay más de 400 huellas de dinosaurios. El lugar parece algo descuidado pero tras descender unas escaleras hacia el lecho del río, y en la primera de las dos zonas con huellas que hay, dimos con una pequeña pasarela donde únicamente fuimos capaces de identificar claramente tres huellas tridáctilas, y posiblemente tan solo una completa. Y nos esforzamos.
Aquí hay un plano donde nos indica otra zona,
pero parece bastante alejada de donde estamos ahora, al otro lado de la
carretera, y si era como esta, consideramos que no merecía la pena, así que decidimos
regresar hacia Anna.
Nosotros hemos recorrido la zona de La Rioja y
Soria donde hay icnitas y, sinceramente,tienen poco parecido a este lugar.
Ahora, en la distancia, pienso que posiblemente estaba más descuidado que los
que ya conocemos lo que explicaría que no fuéramos capaces de identificar más.
Así que deshicimos el camino. Tocaba ahora
enfrentarse con un tramo de carretera estrecha y sinuosa para después regresar
por donde habíamos venido poniendo rumbo a Anna.
En nuestro camino paramos a comer en el aparcamiento de los Chorradores de Navarres, una explanada junto a la carretera, y tras comer decidimos descender garganta abajo. Esta ruta de 11 km (aunque en otros sitios hablan de 3 km) discurre a lo largo de cascadas y saltos de agua
Después de comer, poco me apetecía caminar pero
mucho menos ascender porque lo que ahora bajábamos, tendríamos que subirlo.
Al llegar a la parte más baja encontramos un precioso rincón donde el agua se filtraba entre los helechos de una roca calcárea formando un precioso efecto de lluvia y un poco más adelante disfrutamos de una hermosa cascada, el chorrador, donde el agua se desplomaba hacía una poza de un intenso color azul.
Para acercarnos a esta cascada había que salvar un trozo del río saltando de roca en roca. Nuestra vieja amiga peluda decidió que la resultaba más fácil ir por el agua y la pobrecilla se mojó toda la tripa, de ida y de vuelta lo que supongo que no sería agradable para ella ya que al margen de que no la gusta mojarse, menos aún pensando que el agua estaría helada. Pero, no dijo nada, como siempre, aunque después no tuvo ganas de nada. Y es que nuestra infatigable compañera de viajes tiene ya casi 15 años. La falta un mes para cumplirlos. Toda una venerable anciana. Nos acompañamos y disfrutamos mutuamente y nosotros, que somos conscientes de su edad y de que no va a estar con nosotros siempre, la mimamos y consentimos.
Tras este primer salto, continuamos senda abajo
hacia los siguientes chorradores, pero de nuevo había que pasar agua para lo
cual había que ir saltando sobre piedras y si bien para nosotros sería fácil,
no para nuestra amiga que ya se mostró insegura antes, y nosotros, con ella en
brazos, tampoco podríamos mantener el equilibrio, así que las circunstancias
nos obligaron a regresar poniendo rumbo a Anna, a una explanada a la entrada de
la localidad junto a la carretera donde pasaríamos una tranquila noche (39.021300,
-0.651160)
Un sorprendente
descubrimiento
La mañana del martes, algo nublada y también fría aunque la
temperatura no llegó a ser negativa.
Teníamos concertada la visita al Palacio de los Condes de Cervellón (https://www.ayuntamientoanna.es/palacio)
a las 12. Hora muy mala, ya que no dejaba tiempo por
delante ni casi por detrás. Lo había reservado
una semana antes enviando una email en anna@touristinfo.net.
Pensamos en visitar antes el paraje conocido
como el el Gorgo de la Escalera en
esta misma localidad. Buscamos la manera de llegar al aparcamiento más cercano.
El acceso a una explanada cercana al inicio de la breve ruta, era muy estrecho
así que opté por entrar por una calle más ancha para dejarla estacionada en una
perpendicular a unos 200 metros de esta
explanada. Sin aprietos ni apuros. Además desde aquí, a tan solo 300 metros en línea
recta, llegábamos al palacio por lo que el lugar parecía perfecto.
Dejamos a nuestra amiga peluda dentro. Parecía
no tener muchas ganas y bajar escalones no es lo que mejor la venía.
Desde allí caminamos los 200 metros que nos
separaban de esta explanada-aparcamiento, donde por ciento había una autocaravana
alemana instalada -con sillas fuera
orientadas al sol- y a los que pillamos desaguando la ducha. Vio que los vimos
y me dijo en inglés que solo era el agua de la ducha a lo que le respondí, que
eso la gente no lo sabía, que hay que ser cuidadoso porque nos expulsaban de
los sitios, y que en su país lo que estaba haciendo, estaba prohibido. Me dio las
gracias en español y nosotros continuamos hasta asomarnos a este peculiar
paraje.
Se trata de una zona de baño del río con varias pozas naturales de aguas cristalinas. Al asomarnos desde arriba podemos contemplar las transparentes y azuladas aguas. 136 escalones nos descienden hasta el río. Caminamos tan solo unos metros hasta que el agua que desciende por una pared lateral nos cierra el paso. Pero por otro lado nos encontramos con una cascada que se precipitaba varios metros para salvar un desnivel. Imposible continuar por aquí. Y es que había barajado la posibilidad de hacer “la ruta de las tres cascadas de Anna”, corta, de tan solo 3 km, o por lo menos, lo que nos diera tiempo. Aunque no comienza aquí, este lugar forma parte de ella, pero supongo que esta no es la mejor temporada. Durante la visita al palacio, nos dijeron que tampoco era posible hacerla comenzando por el gorgo Gaspar. Supongo que algo sí se podría recorrer, así que si alguien se atreve encontrará suficiente información en internet.
Resignados, regresamos ascendiendo esta interminable escalera y “visitamos” el naranjal que abre paso a esta escalera. Parecía abandonado así que cogimos unas pocas naranjas que aún quedaban, que por cierto, resultaron deliciosas. Recuerdo aún la sensación: era como si en la boca tuviera una burbuja de zumo de naranja. ¡Qué exquisited! No recuerdo haber comido unas naranjas tan ricas. (¿o quizás porque tenía el atractivo de lo “encontrado” me supieron mejor?) . Sea por lo que fuera, realmente las disfruté.
De regreso a la autocaravana, sacamos a Tula a que estirara las patas y de nuevo sin ella, nos dirigimos paseando por las calles de la localidad hacia el palacio.
Cerca de éste vimos un gran lavadero que estaba siendo
limpiado. Era uno de los tres que tiene esta localidad y éste en concreto parecía
de “lujo” por su tamaño y por la original forma en la que era alimentado ya que
el agua caía a él por unos escalones que formaban una bonita cascada. Con 45
minutos por delante hasta la hora acordada, nos dedicamos a deambular por sus calles pero sin retirarnos mucho
hasta que nos llegó la hora.
Quince minutos antes nos reunimos un grupo de 8 personas frente a la puerta donde nos esperaba la guía. Es visitable de martes a domingo y cuesta 4 euros. Nos dio hora a las 12 y no había ninguna visita antes. Al parecer ha de reunir un grupo de 10 personas, aunque con 8 la realizó.
Este palacio, conocido también como “la pequeña alhambra valenciana”, fue edificado sobre un antiguo castillo árabe, ha sido rehabilitado hace unos años con la finalidad de convertirlo en un Centro de Difusión Patrimonial. Tras comprarlo el Ayuntamiento, se recurrió a un taller de empleo y a una escuela-taller para rehabilitar el inmueble y formar a profesionales del municipio, de diferentes edades y dedicaciones. Simultáneamente, se completó la obra con una restauración arquitectónica y una ornamentación de tradición islámica, obra de expertos artesanos musulmanes traídos al efecto.
Lo único original de este palacio es la parte baja donde se
encuentra un hermoso aljibe de considerable tamaño donde se puede observar en
su parte superior, el orificio por el que entraba el agua de la lluvia, el
aliviadero así como el ojo por el que se sacaba el agua
almacenada. En este aljibe está el museo
del agua, con paneles explicativos acerca del patrimonio hidráulico. Pero
además de este aljibe, el palacio tiene un sistema de agua corriente continua
que se desplazaba por todo el palacio o castillo árabe y que a su vez,
alimentaba las fuentes del jardín árabe.
Junto a este aljibe en dos salas contiguas, encontramos un museo etnológico donde se exponen diversos objetos curiosos donados por los vecinos. Llaman la atención especialmente una caja fuerte que en su día fue del ayuntamiento, un baúl de una artista de la villa, un brasero portátil, pero sobre todo, un carro “apagafuegos” o de bomberos en perfecto estado de conservación. Nuestra guía nos explica el funcionamiento de este carro que yo había visto en las películas de época.
El patio árabe es toda una belleza y disfrutamos del fresco día durante unos minutos para pasar luego a un gran salón que recrea el mundo decorativo de los musulmanes, asentados en este municipio a partir del siglo XII. Admiramos el espléndido artesonado de madera y las yeserías.
Pero lo más impresionante de este lugar era la sala en la parte superior de un gran salón a la que accedemos al abrir unas puertas de madera correderas.
Los artesonados son magníficos, las lámparas, el mobiliario, traído exprofeso para este lugar, pero la guía llama nuestra atención sobre los impresionantes mosaicos cerámicos de las paredes realizados por artesanos árabes explicándonos como los elaboraron. Y me quedé sorprendida porque nos dijo que se montaban en el suelo sobre bastidores, y al revés, en perfecta simetría: pieza de abajo exactamente igual que la de arriba y la de la derecha igual que la de la izquierda, hasta rellenar el bastidor que elevaban luego sobre las paredes fijándolo con una pasta. Siempre había pensado que lo realizaban sobre la propia pared.
Tras deleitarnos en esta impresionante sala, viajamos en el tiempo a la “edad moderna”, a las salas Borja y Cervellón ambientadas cada época con la decoración y el mobiliario.La verdad es que encontrar este lugar aquí, casi en medio de la nada, es sorprendente, mas que sorprendente. Es un lugar único y es difícil calcular la cantidad de dinero invertida en reconstruir este palacio casi desde la nada.
Salimos pasadas las 13 horas por lo que decidimos acercarnos a la albufera de Anna a comer. Lugar…de difícil calificativo. Casi que nos pareció el lago de la casa de campo de Madrid, en miniatura. Con patitos…rusos, algunas ocas y ánades reales o azulones. Agradable, para pasar un día de verano ya que hay mucha sombra, y quioscos así como bancos y mesas. Pero nada más.Señalar que nos dicen que en verano la albufera
de Anna y toda la zona que recorrimos ayer se llena de gente.
Tras comer nos dirigimos a ver el salto del Chella para lo cual fuimos de nuevo a la cercana localidad de Chella dejando la autocacaravana aparcada en una calle a las afueras. Nos internamos por sus calles y tras subir una pronunciada cuesta (aquí no se puede envejecer) llegamos al mirador desde donde pudimos contemplar al fondo y abajo una gran cascada que desplomaba sus aguas a una gran poza de agua azul. Hay camino para bajar, pero no teníamos muchas ganas así que descendimos esta empinada cuesta, tomamos de nuevo la autocaravana y ahora pusimos rumbo a donde nos encontramos ahora, en Bellus, en un área de autocaravanas a unos 800 metros de la población junto a las piscinas (38.941299, -0.480928).
Vale 2 euros más 3 si quieres electricidad,
pero…esto es un asentamiento de extranjeros y las 8 tomas de luz están cogidas.
Sorprendentemente encontramos casi una veintena de autocaravanas todas
extranjeras. La verdad es que el sitio es tranquilo y encantador y parece ser que hay rutas para
hacer. A pesar de que la ocupación es alta y más para ser invierno y entre
semana, encontramos sitio sin dificultad.
Rumbo al mar
Sin embargo creo que haría unas cuantas observaciones.
La primera, es que hay que ir a pagar al ayuntamiento y vemos que dista de este
sitio casi 1 km. No hay ningún plano que indique la situación y cómo acceder y
de hecho, el navegador a la mañana siguiente, nos llevó a un lugar sin salida. La otra carretera que nos acercaba a la
población era más bien estrecha y mejor dejar la autocaravana a la entrada ya que
las calles son muy estrechas. Creo que hay que facilitar más el pago. Nosotros
creemos que hay que esforzarse en pagar este tipo de lugares para sostenerlos,
pero a más de uno la dificultad le disuade y supongo que los fines de semana no
se puede abonar la estancia.
Así que una vez en el ayuntamiento hicimos un cálculo rápido de los ingresos
diarios que obtendrían con la ocupación de un día como hoy: unas 20
autocaravanas a 2 euros, 40 más 8 enchufes de electricidad a 3 euros, 24 más.
Total, 64 euros diarios. Esto bien merecería que se desplazara alguien a
cobrarles. O bien también les sugerí poner un buzón donde pudiéramos dejar el
importe en un sobre o bolsita, como se hace en otros países europeos con la
indicación de que solo si abonamos la estancia podemos contribuir a su
existencia. Nos dijeron que en verano se pagaba en la piscina, pero que ahora
no se acerca nadie a recoger los importes. También señalé que quizás 2 euros
era un precio bajo ya que ofrece todos los servicios y son de fácil acceso y en
un lugar muy agradable. Ya he dicho más de una vez que debemos acostumbrarnos a
pagar por los servicios que recibimos: por el aparcamiento y al menos por cargar agua. Debemos contribuir a su mantenimiento y
mejora y no hay más que hablar con
viajeros de otros países europeos para comprobar su sorpresa cuando ven que
ofrecemos todo y de forma gratuita.
Y en contraste con este último comentario adelanto que igualmente me parece abusivo
cobrar 6 euros por un vulgar aparcamiento, estés 1 hora o 24 y donde no se
ofrece ningún servicio, como fue el caso de Guadalest.
Señalar que nuestra primera intención antes de
venir a pernoctar a Bellús, había sido ir a la Murta de Alzira, un espacio
natural de gran belleza y de hecho habíamos reservado para pasear a primera
hora de la mañana siguiente por aquel paraje. Pero a través del google earh vimos
que la carretera de acceso era muy estrecha. Cabríamos con dificultad nosotros
y un turismo y vemos que hay huertos de naranjos a ambos lados lo que implica
que podríamos encontrarnos con algún camión cargando. Hay paredes de piedra a ambos lados y además
la distancia desde la localidad a este paraje era de 12 km. Se puede ir
perfectamente en autocaravana y de hecho, hay un aparcamiento allí, pero,
sinceramente, no tengo ganas de pasar malos ratos, cada vez menos. Será la edad,
pero decidimos no ir y cancelamos la reserva.
Y ya pusimos rumbo al camping de Oliva, el Azul que está en primera línea de playa. Al ser socios de ACSI la estancia nos salía a 23 euros con luz incluida al día y con todos los servicios. Y es que echando un ojo a localidades como Calpe o Denia, al margen de la escasez de áreas, algunas llegaban a cobrar 18 o 20 euros y todas están a una distancia mínima de 200 metros de la playa. Intentamos en el área de Tabernes que está casi en la playa, pero estaba completa, daba lo mismo el día que fuera por lo que dedujimos que debía de estar llena con gente que pasa todo el invierno allí como ya nos hemos cansado de ver por toda la costa. En pocas palabras: en invierno no podemos disfrutar de una estancia en la playa porque está todo lleno de extranjeros buscando el sol, y en verano tampoco, porque se llenan de turismo local, al margen de que la mayoría son auténticos secarrales carentes de sombra.
Pero este camping es tranquilo, las parcelas son grandes y hay muchas muy bien sombreadas y la playa está al lado. El lugar no ofrece nada más que paseos por una extensa playa que tiene la localidad de Oliva hacia el norte a unos 3 km y Denia hacia el sur.
Y allí nos instalamos y nos fuimos
inmediatamente a disfrutar de la playa, pero corría un viento frío que nos
impidió disfrutar obligándonos a regresar para resguardarnos y pasear por
detrás de las dunas, protegidos del gélido viento. Pero al día siguiente un
espléndido sol iluminaba la playa y el viento había desaparecido así que
disfrutamos de un estupendo paseo por una playa con la arena dura hasta el
centro de Oliva, esta vez acompañados de Tula. Paseo que repetiríamos, aunque
más corto, a la mañana siguiente antes de partir hacia Guadalest y de regreso a
casa.
Guadalest.
Decidimos seguir los consejos del navegador que
nos llevó dando una vuelta por Benidorm pero por autovía hasta tomar la
carretera que nos dejaría en Guadalest.
Una vez allí preguntamos a una vigilante a quien abonamos 6 euros por aparcar, por una hora o por 24 y
bajamos a un aparcamiento (38.677073, -0.200154 ) que se comparte con turismos.
Me quejo del importe pero no queda otra. Y ya que estamos y hemos venido hasta
aquí única y exclusivamente para visitar esta población, no íbamos a irnos.
Y nos dispusimos a dar un paseo por esta población. Con tan solo 200 habitantes está calificado como uno de los pueblos más bonitos de España.
Nos internamos por sus blancas callejuelas a
las que se abrían comercios de artesanos así como varios museos de temática variada. Y
en pocos metros nos encontramos asomados en la ladera de la montaña desde donde
este pueblo permanece colgado sobre el abismo. A nuestros pies se abría un fértil
valle cerrado al fondo por el mar
Mediterraneo y a nuestra izquierda se elevaba la ermita y la entrada al casco
histórico de esta villa.
Ascendimos para atravesar un arco que en realidad es un túnel excavado en la propia roca y que nos da acceso al barrio medieval en lo alto del cerro rodeado por la antigua muralla.
Allí nos encontrarnos a la entrada de Museo Municipal Casa Orduña, una casa de aspecto nobiliario con una decoración propia de mediados del siglo XIX, diversas dependencias (biblioteca, cocina y despensa, patio interior con mirador, bodega, alcobas) y una sala de exposiciones temporales de pintura y escultura. Desde la misma hay un acceso a las ruinas de lo que fue el castillo, una fortaleza del siglo XI creada por los musulmanes sobre una roca en la parte más alta del pueblo. Este lugar fue la base de las tropas árabes antes de la reconquista ya que gracias a su situación se podía divisar todo el valle. Y desde allí se tienen unas impresionantes vistas del valle de Guadalest, de su embalse, de un impresionante verde esmeralda que contrasta vivamente con el paisaje de las sierras que lo rodean.
Descendimos paseando por sus calles medievales franqueadas
por sencillas viviendas con sus encaladas paredes blancas, atravesamos este
curioso túnel para traspasar el tiempo y situarnos en el siglo XX. Y en tan
solo unos minutos estábamos ya regreso en el siglo XXI.
Aprovechamos el aparcamiento para comer y sin
descansar, pusimos rumbo a Chinchilla de Montearagón donde haríamos noche para
mañana continuar hasta casa. Y aquí solo mencionar que yo seguía sin conducir
cuando Angel se acercó a una rotonda. Dentro acababa de entrar un turismo
bastante grande y observé que Angel no tenía intención de parar así que le
avisé. Tuvo reflejos y frenó de golpe. Me confesó que no había visto, ni la
glorieta ni mucho menos el otro vehículo. Vaya, parece que errores los cometemos
todos y este, de no haber reaccionado a tiempo, habría tenido peores
consecuencias.
Y sin nada mas que resaltar, llegamos a nuestra
casa al medio día del sábado.
Y para terminar, un breve comentario sobre la reparación
de la autocaravana y el seguro que tenemos contratado con Allianz a través de
un mediador. Y lo relato porque mi ignorancia y la falta de información por
parte de la aseguradora y del mediados me costo 80 euros.
Y es que Roulot, siempre amables y atentos con
nosotros, nos recomendó un taller de reparación en Mostoles. Una vez allí
procedí a llamar a Allianz para “dar el parte” siguiendo la recomendación que
me hizo mi mediador. En Allianz tomaron nota de todo y me pidieron el nombre y
dirección del taller, del que ellos ya tenían constancia. Y allí se quedó la
autocaravana.
Pero por la tarde recibí una llamada del mediador
para decirme que tenía que haber comunicado el siniestro a través de ellos ante
lo que me quedé perpleja ya que yo hice lo que ellos me recomendaron. Me
dijeron que debía de haber habido un malentendido. Bueno, si lo dicen. Yo sé lo
que me dijeron, pero ahí se queda, y desconozco como salió el tema pero me
dijeron que si era un golpe de cabina, como era el caso, se podía reparar en
algún taller concertado con Allianz y en vez de pagar 400 euros de franquicia
tenía una reducción de unos 80 euros aproximadamente. Tras confirmarme que el
taller donde la había dejado no era concertado, le solicite que me enviara una relación
de talleres cercanos a Mostoles o a mi domicilio y envió por whastap unos 12 , además
de cancelar la cita con el perito.
Me enojé bastante ya que la falta de
información por parte de mi mediador y del seguro, me iba a costar 80
euros. Pero aquí vino lo que para mi fue delirante: llamar a
uno y otro taller a ver si en alguno cabía mi autocaravana y después de hacer
unas seis llamadas obteniendo una
negativa por respuesta, llamé a Allianz para pedirle información sobre talleres
en los que mi vehículo cupiera o que se quedara en el taller que estaba y
Allianz corriera con ese importe de unos 80 euros. La persona que me atendió
intentó hacer lo que yo: llamar hasta encontrar uno, lo que no consiguió ya que
por la hora empezaban a estar cerrados.
Hicimos una rápida valoración de la situación: tendríamos
que ir mañana a primera hora a recogerla. A lo mejor nos cobraban algo por
haberla dejado allí un día, después, traerla a casa para ir llamando taller por
taller hasta encontrar uno. Que el taller nos diera fecha y a ver cuándo,
llevarla de nuevo y recogerla después. Consideramos que tanto “movimiento” no merecía la pena y
volvimos a pedir la peritación en el taller de Móstoles.
A pesar de que al día siguiente me quejé a
Allianz telefónicamente y por escrito de que no se me había informado de la existencia de talleres concertados con
una reducción de la franquicia y de que yo debería tener una relación de
talleres donde mi vehículo cupiera sin tener que estar llamando, Allianz me
respondió que pagara esos 400 euros porque
no era taller concertado. Mi mediador, al que también le sugerí que deberían
facilitarnos esa relación, también me dijo que no, que ellos no tenían porque
tenerla y Allianz tampoco. Me resigné. Más de lo mismo. Todos a cobrar pero no
a dar el servicio porque si yo tengo contratado un seguro para autocaravana,
debería sobrar todo lo descrito. Y como
dice Angel, últimamente tenemos la sensación de ser maltratados en todos los
sitios: por los bancos, las aseguradores, las grandes superficies,….esto hace
que cada vez me reafirme más en mi desconfianza en la gente e incluso en que cada vez me
gusten menos y consolida un poco más esa cierta tendencia al aislamiento social
que tengo últimamente.